De
los varios modos que encontramos al definir el trabajo antropológico, dos
cuentan con mayor consenso en la bibliografía actual. Uno tiene que ver con su
objeto, en el cual la Antropología es definida como el estudio de la otredad
cultural, de la alteridad cultural o de la diversidad cultural. El segundo se
refiere a su “técnica” o “método” y sostiene que la particularidad de la
Antropología residiría en su forma de trabajar, en el modo en que se
recolectan, analizan y exhiben sus datos: la observación participante.
A
nuestro entender, ninguno de los dos elementos por separado pueden definir la
ciencia. Aún más: sostenemos que no se puede explicar qué hace hoy la
Antropología sin referirnos a la historia de su constitución como parte del
campo científico, porque la ciencia es acumulativa y los componentes que
encontramos hoy provienen de las teorías elaboradas en distintos momentos
históricos. Esa acumulación no implica una sumatoria o una idea de mayor a
menor, sino que tiene que pensarse como una acumulación “conflictiva” de sus
diferentes partes.
En
consecuencia, para entender qué hace un antropó- logo es necesario tener en
cuenta, en primer lugar, el contexto histórico y social en el cual se
desarrolló la Antropología, su relación con el campo científico en general (la
ubicación de esa ciencia en relación con las otras) y las relaciones entre las
partes que la constituyen: objeto, teoría, método y técnicas.
En
segundo lugar, ni el objeto de la Antropología ni su técnica han sido los
mismos a lo largo del tiempo ni aún en un mismo espacio. No obstante, pueden
distinguirse tres momentos constitutivos de la Antropología en Europa y Estados
Unidos. Momentos en los cuales se desarrollaron teorías que fueron dominantes y
que definieron y explicaron de manera distinta el quehacer antropológico.
Distinguimos tres momentos.